Fábula
“La guerra es la guerra. El único ser humano bueno es el que ha muerto”, George Orwell
Nuestra historia comienza con dos países. Estos países son gobernados por animales, seres que muchos dirían que piensan y que saben cómo organizar una sociedad.
Por un lado tenemos al país de las Hormigas. Bravas guerreras y muy disciplinadas, que han sabido llevar a su territorio al progreso y el apogeo. En este país no existe lugar a la reflexión filosófica, pues todos están ocupados en producir.
Nuestro segundo país, es el de los Lagartos, aquí los habitantes son vagos por naturaleza. Con una gran hidrografía, estos personajes pasan todos los días echados en las cálidas aguas que existen. Lo cierto es que este país no cuenta con la producción que tienen sus vecinos. No obstante, a su manera han logrado crear una sociedad de desarrollo basados en el ocio. El Rey Lagarto, el más ocioso de todos, piensa constantemente en cómo obtener recursos. Para hacerlo, se valen de los débiles castores, seres que han sido sumidos en la “explotación” por parte de los lagartos.
Ponemos explotación entre comillas, pues lo cierto es que estos castores no tenían una patria y fueron acogidos de buena manera por los lagartos. Por supuesto, estos podría ser que los exploten, pero al fin y al cabo tienen techo y comida.
Sucede, como en muchas historias, que la época de las vacas gordas se acaba y vienen las vacas flacas. Estas vacas flacas ocurrieron tras un fuerte invierno que dejó sin recursos a estos dos países.
Por supuesto, en momentos como este, el hambre domina y no hay hombre o animal que no busque, incluso desesperadamente, como conseguir alimento.
No faltó mucho para que cada país, por su lado, pensara en una invasión, pues a pesar de lo poco que tenga el otro país, es mejor que nada y francamente tanto hormigas como lagartos no han encontrado mejor solución que una salida bélica a la desesperante situación. Por otro lado, a nadie le caería mal un plato de hormigas con limón o un lagarto bien asado.
Las hormigas, como se sabe, son bien organizadas y por eso han armado toda una estructura planificada. El objetivo es llevar su fuerza, que supera su número a los lagartos y aunque saben que la mortandad será alta, al final, el peso del número se impondrá. No han descartado en dejarse comer. Se sabe que en el desierto existen cobras que son devoradas por las hormigas, luego que esta comiese una gran cantidad de hormigas. Es porque al comer muchas hormigas, su estómago queda paralizado o empachado. Las sobrevivientes, entonces atacan a la cobra. Entonces, no es demente pensar en una estrategia parecida con los lagartos.
De su parte, los lagartos aunque inferiores en número, tienen la ventaja del tamaño y además son inteligentes. Su plan consistirá entonces en ataques sorpresa. Se ocultarán debajo del agua y en el momento oportuno saldrán y con movimientos rápidos los devorarán.
Esta estrategia sin embargo, tiene dos problemas. El primero consiste en llevar a las hormigas al río, pues en campo firme el plan no funcionará y quedarán vulnerables y el segundo, todavía más grave, es que los lagartos son muy perezosos, por no decir vagos.
El Rey Lagarto ha decidido entonces que los castores serán los que servirán de señuelo. Dirígese entonces a todos los castores hasta territorio de Hormigas y al ser vistos, hacen rápido retroceso hasta el río, territorio Lagarto.
Al llegar a las costas se encuentras las hormigas en el lado derecho, en el centro los castores y a la izquierda sumergidos los lagartos. Este es el clímax de esta pequeña historia y el final puede ya ser advertido.
Pues en esta posición y para evitar sangre en vano los más vulnerables son los animales del centro, aquellos obreros sin estrategia, ni pensamiento, desorganizados y que solo han cumplido órdenes sin reflexionar en que ellos son en realidad la vaca gorda, que esperan los otros dos grupos de animales.
La alianza está forjada desde esta perspectiva. Cada quien con el estómago lleno regresa a su reino. Los lagartos esperarán otros animales que acepten sus parámetros. Lo más importante es que esta sociedad de dos países conserva su raíz funcionalista, en base a una hegemonía ideológica y de opresión.