¿Comunicación como ciencia? Y el despertar del nuevo conocimiento científico en Latinoamérica
El presente artículo tiene como fin plantear mi idea de lo que considero es la comunicación. Por otro lado, quiero plantear y mirar a Latinoamérica como el nuevo hogar de los cambios estructurales en el tema epistemológico y social que en general vive el planeta. Aunque se podrían separar los dos temas, quiero recoger las dos ideas que me surgen, para debatir dos problemáticas que creo deben ponerse a discusión.
A propósito del papel que juega la comunicación en la ciencia, es necesario considerar que se le ha dado un papel protagónico, incluso más allá del que se merece.
Estoy hablando del “privilegio” que para muchas personas se ha auto arrogado la comunicación al querer plantearse como ciencia y a la vez ejercer su actividad en otros campos de las ciencias humanas y naturales.
Si nos remontamos al principio del siglo pasado, Kant mediante su tratado del nuevo conocimiento científico puso parámetros para entender las ciencias y entre las características que planteó están que tienen que ser comprobables universalmente y manejarse dentro de su campo de acción; es decir, que por ejemplo, resultaría ilógico pensar que mediante la teoría darwiniana de la evolución genética se pueda entender conceptos como la lucha de clases planteada por Marx. Mal habrían propuesto Sastre o Montesquieu de pensar a la sociedad mediante la lógica de la adaptación. El brumario de Marx habría caído por su propio peso.
La misma lógica de Rousseau en su contrato social y del iunaturalismo de Habermas habrían chocado si pensáramos en conceptos biológicos, de ahí la inconsistencia de la raza pura de Hitler por ejemplo.
Esto a modo de ejemplo de lo que significa no entrecruzar campos de la ciencia. Sin embargo, la comunicación, hace caso omiso a esta situación, según los que creen que es ciencia y que se puede aplicar de forma casi romántica.
En cuanto al tema de la comprobación, también planteada por Kant y luego reiterada por Descartes en la duda metódica y Popper en la ley de la falsación, es indiscutible que la comprobación se la debe realizar en el campo de lo real. Por ejemplo, la psicología o el psicoanálisis no pueden ser comprobados en tanto cada sujeto tiene un bagaje de conceptos mentalmente diferentes y por lo tanto es individual y abstracto. En el caso de la comunicación, no entendida como teoría sino como praxis, no se puede bajo ningún concepto comprobar, en cuanto a que los códigos comunicacionales tienen diferentes acepciones semióticas dependiendo de la cultura en que se encuentren, es decir, la comprobación como esquema universal no es aplicable a la comunicación.
Retomemos pues el tema de la construcción científica desligando a la comunicación como ciencia y entendiendo a la comunicación como herramienta, esta sí, que puede ser trabajada en todos los campos de acción sea ciencia formal o abstracta.
Esto solo como un primer paso para desde aquí plantear mi segundo eje de debate, que es la ciencia como herramienta válida especialmente en América Latina, reducto de la “continuación de la historia”.
Como lo propuse párrafos atrás, luego del oscurantismo y luego de la madurez de la reforma y especialmente del renacimiento, se consolida un concepto de lo que es la ciencia, que da paso a tres corrientes ya conocidas por muchos: la corriente funcionalista, la escuela de Frankfurt y la escuela de Viena.
Aunque el examen de estas tres tendencias es profundo, haré un pequeño esbozo y solo diré en principio que las tres corrientes, luego de la estabilización del capitalismo han servido para explicar el mundo, es decir para construir las teorías que nos rigen en la actualidad.
Por sabido es que la escuela funcionalista, de carácter conductista es la tendencia que mejor se ha consolidado en los países del “centro”, autores como Toni Negri o Fukuyama han sabido sacar provecho a esta escuela e incluso proponer el fin de la historia. Fukuyama ha planteado que una sociedad funcionalmente orgánica no necesita otra premisa para su funcionamiento que el trabajo colectivo, es decir conceptos como la plusvalía o el poder quedan reinvindicados, con masas asalariadas que cumplen la única función de servir a una sociedad. Se trata del universo del consciente o del yo planteado por Freud y ejemplificado en relatos utópicos y extremos como el Mundo Feliz de Huxley o 1984 de Orwell. Estamos hablando de sociedades orgánicas como un cuerpo humano y si todos cumplimos bien ese papel, hacemos funcionar al cerebro, el poder de la mejor forma.
Basta advertir teorías como la de Axel Honnet que han puesto en discusión esta corriente del pensamiento, en advertir que el sujeto se cosifica, es decir pierde su individualidad en beneficio de un aparato que ve al mismo ser humano como parte del proceso de producción, es decir como mera mercancía.
Una segunda corriente del pensamiento es la estructuralista, promovida por pensadores como Saussure y Pierce, que desde un estudio de la metalingüística, pudieron advertir una diferente forma de actuar de la sociedad, esta vez planteada bajo el concepto de estructuras o colectivos que funcionan a raíz de los diferentes signos que construyen.
Por ejemplo Foucault al hablar de la cárcel ya muestra símbolos de cómo en esta mini sociedad se tiende a actuar de forma similar frente a una misma reacción, en una suerte de reflejo condicionado, planteado por Pávlov y que se orienta a pensar que el concepto de vigilancia, por ejemplo, es símil al de temor o actuación estandarizada. (una profundización del tema lo tiene Ana Arendt en su discusión del hombre de trabajo, de labor y de acción)
Pero esta representación de Foucault puede reproducirse en otros mini circuitos, por ejemplo, pensemos en un grupo de cocineros que manejan el mismo lenguaje, este grupo tenderá a tener actuaciones concretas según su medio habitad, basado en los símbolos que se presenten. El lenguaje en esta teoría visto como poder reproduce la actuación de una sociedad.
El problema con esta teoría, es que al ser de carácter metalingüístico, cae en problemas de aislamiento frente a la realidad del mundo. Al puro estilo de Stalin, el estructuralismo, igual que su concepto de socialismo, no miraba más allá de la mini estructura.
Un segundo problema a superar es el tema de la reificación, planteado en el orientalismo de Said y que es una variante de la cosificación, pero esta vez entendida como imaginarios. En esta ocasión el sujeto no es mercancía, pero para el exterior al grupo, solamente son estereotipos sin capacidad reflexiva, es decir, por ejemplo, no hay asiáticos de izquierda o de derecha o de diferentes nacionalidades o religión, simplemente son “chinos” y de esta forma se esfuman.
El tercer problema que surge en la corriente estructural, y tal vez el más grave, es la derivación postmodernista del post estructuralismo, en esta ocasión se desborda la masificación y se logra la individualidad, pero son individuos, exentos de toda problemática a su alrededor, es el universo del performance y del vale todo, (Bauman aclara esta lógica en su teoría de modernidad liquida) en el cual todo pensamiento es ratificado, pues todo pensamiento es individual, de ahí su problema. El poder se alimenta y las personas están metidas en sus propias mentes sin ver a su alrededor y ver los problemas del mundo. Las tribus urbanas son una extensión de esto; se dedican simplemente a resolver sus problemas íntimos y no advierten de su entorno. Lo mismo se podría aplicar para identificación de género, de raza, de religión, en fin; el mundo experimenta tantas variaciones que al final la sobre información crea una nada.
Analizada esta corriente de Viena, la que queda es la de Frankfurt o también llamada escuela crítica, que erróneamente se la ha querido endosar al concepto de marxistas.
Por el contrario, Horkheimer, Habermas, Adorno y otros pensadores se dedicaron a desvalorizar la corriente marxista tildándola de cultismo y de estandarización de las masas proletarias, sin darles la oportunidad a la superación intelectual, profesional o personal.
La escuela crítica en general se dedica al ataque por igual de derecha o de izquierda, de nacionalistas o anarquistas, etc. La única salida, propone esta escuela, que en realidad nunca se concreto en su pensamiento, es la racionalidad.
La razón pues es la premisa de todo, solo mediante este instrumento podemos detectar nuestro inconsciente y mediante la “concienciación” del consciente, comportarnos como personas “maduras” y lucidas para construir una sociedad equitativa y donde las personas más capacitadas se puedan superar, pero sin intermediar el concepto de explotación.
La escuela crítica veía a la sociedad alemana como el ejemplo, pues se trataba de una civilización que luego de tantas guerras y especialmente, a pocos años de haber terminado la Primera Guerra Mundial, supo encontrar un modo en el cual el arte y las ciencias fueron sus pilares para la civilización y demás está mencionar a las grandes mentes sacada de Alemania, entre otros el promotor de la teoría de la relatividad, Einstein.
Pero justo cuando esta lógica de la razón instrumental estaba en la cúspide, los intelectuales de Frankfurt sufrieron un “golpe contra la pared”, cuando vieron que esa sociedad que tanto alentaban estaba presa de las garras de Hitler y la propaganda de Goebbels.
Así pues, el concepto de sociedad racional se derrumba y nunca encontraron respuesta al por qué de esta facilidad que tuvo el régimen Nazi para comprometer a esta sociedad hasta extremo de llevarlos hasta el barranco del holocausto judío.
Cabe destacar que muchos marxistas asocian a la escuela crítica con sus conceptos debido a que luego de este “puertazo”, dentro de la escuela nació el pensamiento que la masa proletaria efectivamente, planteada bajo los conceptos de Marx, podría ser la solución. Sin embargo, caía por su propio peso que ni Lenín, ni Stalin pudieron consolidar este nuevo modelo económico. Además, se conocía claramente que ni los ciudadanos de la Unión Soviética estaban comprometidos con los ideales que proponía su poder.
América Latina tampoco fue un ejemplo del socialismo, basta revisar la traición que fue objeto el “Che” Guevara, por su propio compañero de batalla Fidel Castro y como Castro en general llevó al punto de un estancamiento tal a Cuba, en gran medida por la presión estadounidense, que devino en la migración de cubanos a todas partes del mundo, especialmente a la misma Norteamérica. Esto puede ser criticado, aduciendo que la propaganda y el poder del capital ocasionaron este fracaso, lo cierto es que hasta hoy Cuba no promete una verdadera revolución para nadie. Cuba es solo un ejemplo romántico del “sí se puede”, pero que ya en la práctica es imposible.
De esta forma se han construido tres teorías que como se dijo atrás perduran hasta hoy, pero que al final son de carácter eurocentristas, las dos caras de una misma moneda, y que sirven a los intereses del centro.
Sería pues a través de pensadores como Barbero que se iniciaría un repensar de las ciencias sociales ya desgastadas y destruidas por la Caída del Muro de Berlín que efectivamente mató todo “meta relato” existente, exceptuando el católico, y que en realidad, para los países del centro determinó el fin de la historia.
El que esté en desacuerdo con esto, tan solo tiene que observar como en toda la década de los noventas no existió ningún gesto verdadero de revolución. En Ecuador incluso el fin de las dictaduras y una democracia con líderes mediocres no supuso un cambio dramático en la correlación del poder, sino solo por un caso extremo como fue la crisis financiera, la más grave de toda la historia del país.
Pues retomemos a Barbero, que como se ha dicho debe enfrentar a este fin de la historia y plantea un concepto del neo barroquismo, o también concebida como representación, es decir de la nueva naturaleza para países que estuvieron en constante saqueo como los de Latinoamérica y su esfuerzo para revalorizarse.
Lo que propone, es que si bien hay una carga de poder desde el centro hasta esta parte del mundo, no es menos cierto que este cambio puede ser consensuado por la propia cultura latina. ¿Por qué aquí específicamente? Porque ha sido el último bastión, tal vez por sus años de explotación o por su rezago en el desarrollo que no ha adoptado por completo el concepto post modernista y todavía le apuesta al debate intelectual.
Barbero asegura que los conocimientos de Latinoamérica se pueden coordinar con lo que viene de afuera y a través de esta mimetización se puede hacer una contra, es decir sacar provecho de lo que nos viene de afuera y desechar eso malo que también viene del exterior y renovarlo por nuestras propias ideas.
Bolívar Echeverría propone un ejemplo claro de esto, cuando plantea el culto a la Virgen de Guadalupe y recuerda que si bien este culto occidental de adoración a la imagen de la virgen María se instauró en América Latina, se ha modificado con símbolos latinos, especialmente de la cultura indígena. Ahora la virgen (de Guadalupe de México) no es la que nos llegó de Roma, sino que es una mezcla entre el catolicismo y el culto a la deidad solar, Inti Raymi.
Este pequeño paso, aunque pequeño, es gigantesco a comparación a lo que ha pasado en el resto del mundo, en el cual el capital es el único dios y ya no hay paso de pensar en nuevos modelos económicos y sociales. Son culturas muertas y funcionales.
Aquí por el contrario, a partir de algo propuesto por Barbero se ha construido todo un bagaje de conocimiento y que ha devenido por ejemplo en el Socialismo del Siglo 21.
Este socialismo del siglo 21, mal llamado socialismo, no es otra cosa que la social democracia que existió en Europa, luego de la caída de la monarquía y el feudo, pero que al llegar a la sociedad latinoamericana mutó con conceptos de solidaridad, de minga y en realidad es una social democracia más depurada que no se asocia tanto a la pequeña burguesía. Aunque claro debe precisarse, que no ha llegado al extremo de ciencia, pues en realidad nadie se ha puesto a indagar la profundidad de este concepto, tal vez la mayor razón es que pese a decir que manejan el mismo socialismo del siglo 21, en realidad las propuestas socio económicas si son diferentes, es decir la corriente de izquierda que hay en Brasil no es la misma de Chile o Venezuela. Por otro lado y como lo dije al principio, una ciencia debe ser universal y aplicable a todas las sociedades, sería pues de preguntarse si el mismo modelo puede funcionar en sociedades y economías tan diferentes a las nuestras, como Asia o África.
El siguiente paso está pues en la academia, al construir una ciencia, o modelo económico más claro y que funcione de mejor manera en beneficio de los pueblos. Alternativas como el Alba o la Unasur son algunos pasos para estandarizar este concepto de socialismo del siglo 21 y en general para fortalecer a la región, aunque todavía son intentos escuetos.
Sin embargo, el camino está planteado y considero que esta oportunidad es histórica. Aunque todavía no se puede hablar de una nueva estructura, solo podremos llegar a esto mediante un trabajo arduo en la academia, que plantee una salida al poder que los países poderosos del mundo ejercen y que nos hacen perder nuestra libertad. Una salida para alcanzar nuestra segunda y definitiva independencia. (JLV)