Ensayo de anti ateología
Nuestra historia comienza en la época del oscurantismo… bueno, definiendo que es oscurantismo, porque no faltará quien haga alusión al espíritu de la igualdad y el anti racismo, pues desde aquí ya estamos con un problema. En vez de oscurantismo, llamémosle: “periodo en el cual el Dios (asexual y de ser posible marxista) intervino en el mundo de los humanos, para castigarlos con la ignorancia y la prohibición del conocimiento”.
Superando la crisis racial regresamos a nuestra historia. En ese momento histórico, al cual cometimos el error de llamarle oscurantismo, aparece una civilización, de corte occidental, apegada al cristianismo y que tiene fuertes represalias contra quien no piensa como ellos.
Este régimen totalitarista ha institucionalizado la religión como un mecanismo más de opresión y cada clavo del Nazareno justifica la forma de explotación a la sociedad. El contrato social de Jean-Jacques Rousseau no es otra cosa, entre otras cosas, que aceptarse como parte de un sistema en el cual el poder hace y deshace abanderado por el poder de la Iglesia.
Dicha Iglesia en momentos disputa el poder con el mismo Estado y en ocasiones lo supera, teniendo que el feudal y el recién nacido burgués deba destinar cantidades económica a la Iglesia.
En el arte, el mal llamado oscurantismo, también tendrá su influencia. El realismo no es otra cosa que una apología a la imagen de Jesucristo (santos, ángeles y vírgenes) que ya no tiene competencia de ningún tipo en este sector de occidente que en el futuro se expandirá a América. La imagen del infierno es reiterativa, recordándole a la gente, cuál será el castigo por oponerse a un sistema moldeado en favor del poder establecido.
Pero como nada es permanente y todo se transforma y porque el humano es un aburrido que no tiene nada mejor que hacer que fomentar dialéctica, se vendrá la Reforma luterana y calvinista y posteriormente el Renacimiento. De repente, nuestro universo totalitarista ya no es tan totalitarista y por supuesto, una de las primeras cabezas que caerá es la monarquía con la Revolución Francesa y los poderes de Montesquie.
En ese punto, no suena tan ilógico pensar que un ciudadano como Kant, busque, mediante el racionalismo y la ilustración quitar el poder a Dios… aunque Kant ya tiene el sentido en ese momento de separar lo divino de lo material, el racionalismo no despide a Dios de su sitial, sino que lo desplaza para poner las bases del nuevo conocimiento científico.
A partir de este punto, se consolidarán teorías estructuralistas, funcionalistas y el muy amado marxismo que no hace otra cosa que seguir fustigando al cristianismo. Démosle un poco de crédito al joven Marx, que quiere despedir a un cristianismo que está dominado por el capitalismo, o raptado por los intereses de la reciente Revolución Industrial. Dios en este punto prefiere comer McDonalds, que emprender una revolución, pues aquí se censura hasta los mismos tipos de la teología de la liberación, que no serían otra cosa que ilusos que no comprenden que la revolución del pueblo de Israel no fue tal… al final son judíos y no se les debe tomar mucho en cuenta…
Lo cierto es que la iglesia en este periodo jugará el papel de reproductor del poder y cualquier tendencia revolucionaria deberá desprestigiar a este instrumento de poder. Aquí mismo García Moreno y Eloy Alfaro representan estas dos posiciones: la conservadora pro Iglesia y el liberalismo más discreta al tema.
Nuestra emocionante historia llega a Friedrich Nietzsche, quien de plano le pondrá un revolver a Dios y lo asesinará, pues llega a la conclusión que Dios está muerto… y desde aquí es que caeremos mal a todo el mundo… porque aquí reivindicaremos la idea nihilista que Friedrich Nietzsche no se refería precisamente a Dios como sujeto muerto, pues nadie ha visto el cadáver de Yahvé…
Nietzsche se refiere a la muerte de Dios, pero del mal llamado oscurantismo. Ese oscurantismo en Nietzsche ya no existe en la medida que la sociedad logró la madurez de separar Dios de la ciencia. El conocimiento científico solo aludirá a Dios como herramienta de respaldo, pero no como teoría o apropiación de la realidad. Esta tesis se verá reproducida en el arte, en la política y en la economía.
Dios ya no es la regla que influye de manera radical al sujeto, sino que en última instancia aprendemos a adorar a la ciencia, que genera productos, que genera mercado, que genera capital y que genera al dios dinero, uno que antes se escondía atrás del poder estatal y religioso y que se inaugura desde la revolución industrial y desde las épocas de Ford como el dios auténtico y brilla por luz propia. Aunque luego, se tapará por el marketing y el consumismo…
Más sobre esto... Nietzsche y en adelante, pasando por Fiódor Dostoievski, Sigmund Freud, Émile Lacan, Albert Camus y Jean Baudrillard, inauguran el nihilismo. Zygmunt Bauman describirá este nihilismo como modernidad líquida o más cholamente hablando, el postmodernismo o postestructuralismo (aunque cabe separar el nihilismo del posestructuralismo, porque el primero puede ser usado como forma de refutación, mientras que los otros conceptos son de corte más libre o incluso aludiendo al libertinaje).
Ya el hombre en este punto no adora a un dios porque no se puede adorar a un dios. El multiculturalismo ya no existe desde la caída del muro de Berlín, el pluriculturalismo nunca se consiguió porque la sociedad se pasó esta estructura y cayó al sistema de red, en el cual el sujeto funciona de manera individual y en el mundo del todo vale.
La actual sociedad se desliga del cristianismo y de la religión en el momento que el cristiano practica zen y tiene un adorno de vishnu en su sala; no con un espíritu politeísta (con un sentido espiritual), como el personaje principal de la película PI, (Piscine “Pi” Molitor Patel), sino como una lógica de barroquismo que elimina lo espiritual y consagra lo banal, no al espíritu de Moisés, con la “adoración” de los dioses. Para el ser humano actual el zen no es espiritual, sino una moda que se la puede subir al Facebook.
La religión, tiene el mismo valor que la ideología, la guerrilla, la revolución, el feminismo, tribus urbanas y demás meta relatos ya caducos. Es decir, que no sirven más que como simulacros y como plataformas de consumo.
Tiene igual valor el cristiano que compra la Biblia que el rockero que compra un cd de Iron Maiden; pues en ambos casos se trata solo de consumo. El simulacro de las marchas feministas en este escenario tiene la misma connotación que la procesión de la Virgen del Quinche, solo un espacio para socializar y en el caso de feminismo, de permitir a oportunistas que encuentran a mujeres con las cuales tener relaciones sexuales, a cambio de construirles un discurso que les guste escuchar. Recordemos siempre que pasó en Mayo 68, recordemos que la revolución termina cuando inician las vacaciones de verano.
Entonces, bajo este plano la religión no parece jugar el papel que jugó en la época del mal llamado oscurantismo. O la religión juega el mismo papel que los toros son para los defensores de los animales. Si bien un toro muere y es malo, no se compara con la matanza de animales que ocurre todos los días a nivel mundial y por causas más efímeras que la diversión de la plaza de toros.
Pero entonces, porque el rechazo a la religión y a los toros… Creemos que la respuesta es el lugar común. Se trata pues de construcciones culturales que nos indican que este es el enemigo, aunque dicho enemigo ya ni siquiera exista.
Al final de la tarde, el estar en contra de los toros, reproduce signos que están a favor del sistema. En el caso de Ecuador la contra de los toros jugo un papel en la política, pero sobre todo juega un papel fundamental en el tema fálico, igual que pasa con nuestro ejemplo del feminismo. También es moda y la construcción de la Agenda Setting mediática (De Maxwell McCombs y Donald Shaw) y la espiral de silencio (De Elisabeth Noelle-Neumann) construido por líderes de opinión.
Si en la agenda y discusión de calle están los toros, no habrá espacio para discutir la matanza diaria en la Amazonía de animales en peligro de extinción. En la religión pasa algo similar, la agenda está construida para atacarla y omitir verdaderos peligros al sistema como la cosificación de la persona basada en el esclavismo al consumo y el mismo post modernismo que anula la capacidad crítica del ciudadano y atenta incluso con el materialismo histórico dialéctico.
La religión ahora es el tonto útil, los pseudo intelectuales omiten el hecho que la religión se ha convertido para la sociedad y cada día es más cierto, en anécdota. Ya nadie actúa en función de la religión ni en los preceptos positivos como la solidaridad, como en los preceptos negativos como el totalitarismo. El Monseñor Antonio Arregui ya es menos confiable que Condorito y el pastor Zavala, representante de una religión cada vez más asentada en Ecuador, no obtuvo sino el mínimo porcentaje de la votación en Ecuador en las últimas elecciones.
En el país ya han desaparecido los partidos políticos con nombres cristianos y católicos. Un mínimo de personas asiste a una Iglesia que mantiene un poder económico similar al que tiene una fábrica o trasnacional, pero distante a poder dominar un país. Es más, en el caso de Ecuador, la gente suele degustar de buena forma el enfrentamiento de Rafael Correa (que por lo demás es un católico conservador) con la Iglesia. A propósito de Correa, decir que es más conservador que religioso o cristiano, pues no olvidemos que es hijo de un laico como Eloy Alfaro. Su espíritu conservador es el que actúa en el tema del aborto y matrimonio gay, más no su cristianismo que es un ingrediente más de su construcción social, como ya lo señalamos de corte conservadora.
Hemos querido demostrar que la religión ya es solo un discurso de la boca para afuera y sin embargo continúan existiendo teóricos como Michel Onfray que insisten en echarle la culpa de todos los problemas de la humanidad a la religión.
Es insoportable mirar en Facebook por ejemplo, como se hace cháchara de la religión, pero a mi criterio, las personas que aluden a la religión como broma o con argumentos poco válidos o funcionales, solo buscan una salida para, de forma histriónica, tratar de mostrarse como intelectuales de la nueva era. Personas interesantes que han desatado el yugo del cristianismo e inventores del agua tibia.
Por supuesto, la pelea es de bando a bando, pero de los cristianos siempre hemos sabido su dogmatismo, justificado en las páginas de la Biblia, de criticar al alejado de Dios y lo que puede ser perfectible de atención. Lo que llama la atención es que las personas liberadas de los prejuicios de la biblia actúan de la misma forma y es más, cada vez en la praxis he notado que la intolerancia es mayor de los ateos a los cristianos, que viceversa y en muchos casos los ataques de los cristianos es por insinuaciones atentatorias contra el religioso. Es como tener un novio o novia, si alguien lo critica, la intensión instintiva será defenderlo y para el cristiano la Iglesia y Dios son parte intrínseca de él. Insisto que en muchos casos, no todos y no tengo criterio científico más allá de la observación, el tema pasa por insinuaciones negativas al cristianismo, por el síndrome del “ateo alzado”, quien se cree más por ser ateo y cae en el mismo error de discriminación que tanto rechaza de los cristianos.
En términos generales, ahora se ateo es In, y ser creyente es símbolo de simplismo y de temor a la muerte. La fe, es elevada a la categoría de refutación, cuando en su acepción básica la fe alude a una concepción firme sobre alguna cosa, que no puede ser elevado al tema de ciencia, esto puede ser mal visto, puede tildarse de ingenuo y hasta de maldad, pero la fe también significa lucha, creencia, sostén y la esperanza en el buen sentido, además sirve como termómetro para construirnos como mejores seres humanos y sobre todo y tal vez más importante es la concepción de sentir al Cristo resucitado en el corazón y almas de los que creemos en él. Para cerrar el tema de Fe, que no está en el mismo estadio que la discusión dialéctica, nos concentraremos en la siguiente acepción de la RAE sobre la fe: “Seguridad, aseveración de que algo es cierto”.
Creo que el respeto se ha perdido y existe el deseo de buscar venganza por las inquisiciones del pasado. También creo que ser popular entre los jóvenes quiteños tiene relación con ser ateo, los vuelve más interesantes.
Y sin embargo, insisto que no le veo parte del debate, al menos del debate central el tema de la religión, no ahora cuando la careta de lo transnacional se ha desvelado. Ahora asistimos al imperio del nihilismo.
Al igual que las tendencias sexuales, las religiones se multiplican y entonces ahora no se puede ver si quiera cuál es la religión imperante y la Iglesia católica lo sabe y por eso coloca como sumo pontífice a un argentino hincha de San Lorenzo.
Creo que en el último de los casos, la religión no es más que otro simulacro y Nietzsche lo sabía, por eso en toda su bronca logró separar en el” Anticristo” a Dios de la religión y por eso Carl Jung supo claramente que Dios no estaba muerto, sino se multiplicó en muchos dioses. (Y aclara finalmente que dios es la contraposición al término conocimiento y dios no es en si mismo dios, sino indiferencia al nuevo conocimiento).
Por eso ahora el tema de Dios no debe ser parte de un debate central, no cuando existen temas que deberán merecen interés pero que el pensamiento fuerte los omite, porque es más fácil hablar de toros y de religión, que hablar de la correlación de fuerzas, la ambigüedad filosófica y la complejidad económica en la cual vivimos.