Atangana
Como usted bien sabe, y si no sabe le vamos contando… este domingo 6 de abril, o sea hoy, se celebra Wrestlemania, el evento más grande en el mundo de la lucha profesional y de la World Wrestling Entertainment (WWE)… y dado que conmemoramos el aniversario número 30 de esta fiesta, dejaremos por esta semana toda la epistemología que tanto le aburre, para centrarnos en el muy famoso y conocido cachascán.
Cuando hablamos de lucha libre profesional, lo primero que debe preguntarse es por qué pararle bola a ese grupo de tipos musculosos que se abrazan en el suelo y hacen llaves que obviamente no son reales.
También debe analizar que la trama que arman alrededor de las peleas es de muy mala calidad, totalmente lineal y en la mayoría de casos predecibles. Además, los luchadores son evidentes estereotipos popularizados en la población. (Kofi Kingston solo porque es negro es sudafricano medio jamaiquino y además mire como le pusieron el nombre).
Por último y no por eso menos importante, le recuerdo que este espectáculo es patrocinado por la industria capitalista, situada en el corazón del país que por naturaleza le encanta vernos las guebas y vendernos justamente lo que usted ve todos los fines de semana, si es que lo ve, es decir televisión basura.
Fin del primer acto y con eso usted, querido lector crítico de la lucha libre profesional puede decirse internamente “Ya lo sabía, por eso no veo pendejadas de guaguas”. Sin embargo, no cante victoria tan rápido, la cuenta solo ha llegado a 2…
¿Se acuerda cuando tenía algo así como 10 años? No estoy seguro si la lucha libre era eso que le transportaba a otros mundos y le hacía pensar que usted era Hulk Hogan, que tenía que pelear ni más ni menos que contra el mismo André el Gigante. O ¿Qué tal si le gustaba Mazinger y por ahí alguna vez se imaginó verse como Koji Kabuto? O quiso ser Goku de Dragon Ball, o si quiso ser una Sailor Moon o el inspector Gadget. ¿Qué tal Beakman? ¿Qué tal algo que nos separaba de aquí y que sin necesidad de la marihuana de su brujo preferido podía hacerle estar como loquito en el patio de su colegio o su casa?
Sabe, eso de arriba tiene una palabra y se llama inocencia, se llama esencia, se llama disfrutar de la vida y querer salir de nuestra carne para sentirnos vivos, sin moralismos, por eso nos encanta nuestra niñez, porque disfrutábamos sin importar cuáles eran los parámetros morales de acción social. Si teníamos que ser Rambo y meternos al bosque de atrás pues lo hacíamos y punto y claro, salíamos lastimados, pero felices… esa es la belleza que deseo destacar y que para los que le gusta la lucha libre no se ha perdido porque en esa pantalla de televisión revivimos esos momentos de juego con nuestros amigos, primos y hermanos, esas tardes enteras soñando…
¿Sabe qué más? Yo hasta ahora recuerdo una de las primeras veces que vi la lucha libre y coincidió con un Wrestlemania y en realidad comencé a ver porque en este evento dedicaron una pelea de box. La vi porque mi Papá es fanático del boxeo.
Desde ahí al igual que usted posiblemente viví al extremo la Attitude Era con grupos como los: Degenerados, el Ministerio de la Oscuridad y la Corporación.
Poco a poco comencé a conocer la faceta de cada personaje y ese estereotipo del Padrino, por ejemplo, de repente no fue tan molesto, de repente estaba bien, porque te ofrecía un entretenimiento sano (y si me dice que es violento estamos en un problema porque no puso reparos arriba cuando dije que esto era de mentiritas).
Bueno, efectivamente representa la violencia, pero se constituye como contraposición irónica a lo que representa una pelea de UFC por ejemplo. Es como la novela mexicana que representan patologías en el tema de las relaciones familiares por ejemplo o descontextualiza temas invisibilidades como la pobreza y lo hace digerible al público.
En la lucha libre pasa algo similar, se sobreentiende que todo es mentira y por lo tanto se desinhibe la compasión ante aquel que está siendo “golpeado” y se apuesta más por lo aeróbico y el espectáculo, es decir a una especia de arte circense.
Los discursos básicos, y como decíamos, los estereotipos consolidan este espectáculo consumista basado principalmente en diversión.
Continué viendo en lo que era WWF y junto con el consumo llegaba la hora de pasarlo a mi gran amor, los videojuegos.
Entonces si algo me faltaba; con los videojuegos el fanatismo a la lucha libre se afloró del todo con los juegos para play 1 de Smack Down y en los cuales podías pasar media hora golpeándole al bite representado en el muñeco de la televisión y que implicaba nada más y nada menos que una de las mejores terapias de catarsis frente a la actividad cotidiana.
Por ahí me aprendí nombres como Kurt Angle y Chris Jericho; posteriormente de Batista y Randy Orton que dejaban atrás el mundo de Hulk Hogan, de Roddy Piper, de Macho Man Randy Savage y de muchos otros. Atrás también quedaron los Bret Hart, los Stone Cold Steve Austin, X Pac, entre otros.
La “out F” despedía a la WWF y daba la bienvenida a la WWE una empresa que a estas alturas y tras comprar la WCW y la ECW se convertía en el monopolio más grande en cuanto a lucha libre y como todo buen monopolio, esas peleas de Undertaker contra Mankind en Hell in Cell se acabaron y pusieron una serie de luchas muchos menos atractivas que ni el mismo Brock Lesnar o Goldberg pudieron alzarlo. (sin embargo la TNA, su máxima competidora, nunca estuvo a su altura)
En realidad… el trabajo realizado por Undertaker, Ther Rock, Triple H, Shawn Michaels y Stone Cold, por mencionar unos pocos, solo ocasionó que nuestra amada lucha libre WWE pase a ser un consumo de culto y eso quería decir que todos los días que pasaran primero en RTS, luego en Ecuavisa y finalmente en Teleamzanosa, tenían que ser seguidos.
A esa altura teníamos muchos juegos de lucha libre y el conocimiento suficiente para conocer de memoria las tramas que aparecían en los programas y hablo especialmente de la época en que Raw y Smack Down se separaron creando marcas rivales.
De repente un día se me dio por comprar una cd pirata de un evento de lucha libre… recuerdo uno de los primeros que era una autobiografía de la Roca y que concluía en una pelea entre la Roca y Stone Cold por Wrestlemania y que acababa con la intervención de Vince Mc Mahon, el odiado jefe de la empresa, que interfería en el combate para hacer respetar sus intereses.
Luego vi documentales tan fuertes como la biografía de Snake Roberts que develó claramente la patética vida que llevan muchos luchadores que tienen historias complicadas y en muchos casos adquieren problemas físicos irreversibles, generados por los continuos impactos a los que se ven expuestos.
Asimismo, llegó la época de la colección. Comencé a comprar casi todos los eventos de PPV especialmente los cuatro gran slams: Los Summerslam, los Survivor Series, los Royal Rumble y uno que otro Wrestlemania. Actualmente tengo una pila de estos y otros eventos…
Con videojugos y películas me auto declaraba un casi friki y experto conocedor en esta materia, y claro un día como por azar llegó la gran noticia… Smack Down venía al Coliseo Rumiñahui.
Creo que fui una de las primeras personas en comprar una entrada de un coliseo que se llenó y el día del evento. Me importó muy poco que casi me jalo de semestre por asistir allá, pues no se comparaba.
Solo, sin mucho dinero para regresar y con una prueba final al día siguiente de vital importancia, la única sensación que tenía era felicidad, ver a Undertaker en persona salir por ahí, ver a Batista, ver a Edge uno de mis personajes favoritos (junto con Chris Jericho y CM Punk). Salían y volvía al mundo infantil, ese que le comenté al principio, ese que uno se creía luchador y rescataba esa inocencia tan añorada.
Vinieron dos veces más, la segunda vez fui con más gente y la tercera con más aun y siempre con la emoción de verles a estas superestrellas como le llaman dentro de la WWE… en esas dos últimas ocasiones, la jornada terminó con chumas con los panas que hasta ahora tengo el gusto de recordar. La última vez, la cuarta, fui a un evento de War y logré tomarme una foto con el gran Sabu, leyenda de la ECW.
Entre estas y otras me di cuenta que tenía un poco más de Wrestlemanias piratas que de otras series, entonces se me ocurrió la brillante idea de coleccionar cada uno de los que hasta ahora son 29 Wrestlemania, ministerio que comencé hace tras años y que la semana anterior terminé y por qué demore tanto, pues porque se lo debe disfrutar así y nada más.
De esta manera termina nuestro viaje en el cual he pretendido convencerle que la lucha libre es una buena forma de catarsis frente a la cotidianidad. Hoy en la noche le invito a que se conecte de forma legal, ilegal o como le de la gana y mire al universo de la WWE y toda la magia al puro estilo de Disney, pero con hombres por los aires, patadas voladoras y acción al ras de la lona… ATANGANA!!!