Apuntes sobre el éxito
15.06.2014 21:49
Usted estudia seis años de escuela, seis años de colegio, pasa la universidad y a veces postgrados, maestrías y doctorados. Todo tiene un fin, su visión es tener éxito en la vida.
Pero que es tener “éxito”. La versión clásica y la que la sociedad nos sugiere es que éxito representa tener un trabajo remunerado, con una casa acomodada, uno o incluso dos autos, una familia funcional y un ritmo de vida cíclico sin preocupaciones.
Este sueño no es tan malo, en realidad. Nos están diciendo que la comodidad deviene de nuestro esfuerzo y al final todo lo que hagamos tendrá su fruto. Sin embargo, en esta fórmula no nos mencionan el tema del consumo, lo cual rompe la premisa en un principio muy inofensiva.
Para que usted pueda tener una casa y un auto, tiene que comprarlo y para obtener el dinero necesario nosotros estudiamos tantos años. Una vez concluidos los estudios estamos listos para entrar a la vida laboral.
Esta vida laboral es parte del modelo funcionalista que nos integra a un estadio laboral en el cual cada persona desde su nicho construye el sistema y por supuesto responde a las necesidades del poder.
Por eso es que estamos condenados a pasar 8 horas laborables todos los días por el resto de nuestras vidas, o al menos hasta que consigamos nuestro ansiado “éxito”. Pero aquí ocurre algo…
Para la mayoría de personas el éxito descrito arriba es una utopía, pues su casa no es más que un departamento arrendado que debemos pagarlo mes a mes y que nos deja como al principio en cada día que cae primero. Los costos de un auto también son un inconveniente y por supuesto, el auto se convierte en un no tan confortable bus.
El segundo escollo es el tema de la creación de necesidades suntuarias. Al no tener una verdadera cultura del ahorro, pasamos nuestra vida consumiendo cosas que no están dentro de nuestro plan, por ejemplo una camiseta de un equipo de fútbol que está en boga, una cena lujosa innecesaria, o cualquier cosa que nos diga el sistema que son necesarias para nosotros.
Un tercer problema ocurre cuando conseguimos ganar más dinero. El problema es que a más dinero, más consumo en términos cuantitativos y cualitativos. De esta manera no poseemos lo que compramos sino lo que compramos nos posee y en gran medida esto ocurre porque nos endeudamos para tener “éxito”.
La propaganda juega un papel fundamental pues nos asocia el éxito con felicidad y el consumo, nos dicen, es felicidad. Le invito a hacer una retrospección en su vida, en la cual se puede dividir de la siguiente manera: trabajador, televidente pasivo (receptor de publicidad), consumista.
Y este es el círculo del cual el éxito apela y a más bienes más trabajo, más tiempo en la oficina y menos para reflexionar, para experimentar, para el ocio, para crear y para ser feliz. Esto último no es una especulación, es bien sabido que desde la Revolución Industrial los niveles de felicidad de la gente disminuyeron.
Entonces como romper esto. La respuesta es compleja y tal vez no existe, pues siempre deberemos consumir y siempre deberemos estar atados a un sistema laboral para pagar lo que consumimos.
Pero al menos se debería analizar con más parsimonia el concepto de “éxito”, pues no necesariamente conseguir una casa, un auto y un buen empleo sea el fin de la vida. Tal vez un paseo por un bosque, el escribir un libro o el abrazara una persona puede ser las metas, si es que existen las metas, pues como dice Facundo Cabral, si el mundo es redondo no sé qué siga adelante.
Alguna vez pude leer un libro sobre Zen y la conclusión final fue que todas las personas pueden acceder a la iluminación por múltiples caminos. Algunos lo hacen por medio de la privación de todos los placeres, pero otros acceden al estado de iluminación por actividades carnales, es decir que el estado de plenitud del ser humano no tiene una receta establecida.
Algo parecido pasa con la palabra “éxito”. Usted ha escuchado cientos de veces esta palabra, pues configura el sendero de la vida del ser humano. Todo lo que hace, le dicen, es para conseguir éxito.
Usted estudia seis años de escuela, seis años de colegio, pasa la universidad y a veces postgrados, maestrías y doctorados. Todo tiene un fin, su visión es tener éxito en la vida.
Pero que es tener “éxito”. La versión clásica y la que la sociedad nos sugiere es que éxito representa tener un trabajo remunerado, con una casa acomodada, uno o incluso dos autos, una familia funcional y un ritmo de vida cíclico sin preocupaciones.
Este sueño no es tan malo, en realidad. Nos están diciendo que la comodidad deviene de nuestro esfuerzo y al final todo lo que hagamos tendrá su fruto. Sin embargo, en esta fórmula no nos mencionan el tema del consumo, lo cual rompe la premisa en un principio muy inofensiva.
Para que usted pueda tener una casa y un auto, tiene que comprarlo y para obtener el dinero necesario nosotros estudiamos tantos años. Una vez concluidos los estudios estamos listos para entrar a la vida laboral.
Esta vida laboral es parte del modelo funcionalista que nos integra a un estadio laboral en el cual cada persona desde su nicho construye el sistema y por supuesto responde a las necesidades del poder.
Por eso es que estamos condenados a pasar 8 horas laborables todos los días por el resto de nuestras vidas, o al menos hasta que consigamos nuestro ansiado “éxito”. Pero aquí ocurre algo…
Para la mayoría de personas el éxito descrito arriba es una utopía, pues su casa no es más que un departamento arrendado que debemos pagarlo mes a mes y que nos deja como al principio en cada día que cae primero. Los costos de un auto también son un inconveniente y por supuesto, el auto se convierte en un no tan confortable bus.
El segundo escollo es el tema de la creación de necesidades suntuarias. Al no tener una verdadera cultura del ahorro, pasamos nuestra vida consumiendo cosas que no están dentro de nuestro plan, por ejemplo una camiseta de un equipo de fútbol que está en boga, una cena lujosa innecesaria, o cualquier cosa que nos diga el sistema que son necesarias para nosotros.
Un tercer problema ocurre cuando conseguimos ganar más dinero. El problema es que a más dinero, más consumo en términos cuantitativos y cualitativos. De esta manera no poseemos lo que compramos sino lo que compramos nos posee y en gran medida esto ocurre porque nos endeudamos para tener “éxito”.
Como la casa que necesitamos tiene que tener todo lo necesario, comienza una cruzada de compras y como las tarjetas de crédito nos invitan a comprar hoy así no tengamos el dinero todavía, entramos en un círculo de trabajo para pagar nuestras deudas.
La propaganda juega un papel fundamental pues nos asocia el éxito con felicidad y el consumo, nos dicen, es felicidad. Le invito a hacer una retrospección en su vida, en la cual se puede dividir de la siguiente manera: trabajador, televidente pasivo (receptor de publicidad), consumista.
Y este es el círculo del cual el éxito apela y a más bienes más trabajo, más tiempo en la oficina y menos para reflexionar, para experimentar, para el ocio, para crear y para ser feliz. Esto último no es una especulación, es bien sabido que desde la Revolución Industrial los niveles de felicidad de la gente disminuyeron.
Entonces como romper esto. La respuesta es compleja y tal vez no existe, pues siempre deberemos consumir y siempre deberemos estar atados a un sistema laboral para pagar lo que consumimos.
Pero al menos se debería analizar con más parsimonia el concepto de “éxito”, pues no necesariamente conseguir una casa, un auto y un buen empleo sea el fin de la vida. Tal vez un paseo por un bosque, el escribir un libro o el abrazara una persona puede ser las metas, si es que existen las metas, pues como dice Facundo Cabral, si el mundo es redondo no sé qué siga adelante.