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El Supermán y Batman de Nolan

03.07.2013 07:46

“La gente paga por su propia subordinación”, Noam Chomsky

Tuve la oportunidad de ver los filmes de El Hombre de Acero y el Caballero de la Noche Asciende, ambas producciones del inglés Christopher Nolan.

No dudaremos de la calidad de las dos películas, pues una es mejor que la otra en cuanto a historia, recursos cinematográficos, fotografía y demás elementos que envuelven al público.

Analizaremos, y nos apropiaremos de lo que ya planteó Chomsky con Batman, el discurso que maneja Nolan en estos dos personajes, de corte meramente norteamericano y capitalista.

Precisamente, Chomsky con Batman nos plantea una reflexión ideológica que para muchos pasó desapercibida. Si vemos a Batman y a Bain (el enemigo de turno), veremos que en el clímax de la película se plantea al malvado Bain con la idea demente de permitir a los delincuentes apropiarse del capital de ciudad Gótica.

El apoderamiento no es solo del capital, sino del poder político (como la Alcaldía) y del poder judicial (con la toma de la Corte de Justicia de ciudad Gótica) – a cargo del Espantapájaros- otro enemigo de Batman.

Desde este punto de vista lo que hace Bain es al puro estilo de Robín Hood quitar a los ricos para distribuir las riquezas entre los que menos tienen.

Por supuesto, las situaciones son por demás violentas. La sociedad de Bain no se sostiene en base a ciudadanos o proletarios, sino de delincuentes y  además, y como Chomsky lo declarará, en esta sociedad cambiante el único destino que le espera a ciudad Gótica es la destrucción. (Directa amenaza a la ciudadanía, que cualquier cambio del orden establecido será peor incluso que el poder actual, a pesar que pudiera existir  en una plataforma de explotación).

En otras palabras, en este ideal socialista de Bain se esconde, y así lo concibe Nolan, la idea de que ciudad Gótica está mal, está caotizada, pero siempre será mejor que los cambios que plantea Bain, que puede incluso llegar a destruir a la sociedad.

Batman en este juego viene a tomar el papel del Salvador, el Jesucristo de la película que resucita entre los muertos (o escapa de una cárcel infrahumana) para  vencer al malvado socialista que ha quitado el poder a la clase burguesa de ciudad Gótica.

Hasta aquí el discurso en Batman. ¿Qué pasa con Superman? El niño de Kriptón que tuvo que escapar de su planeta a punto de destruirse por malas decisiones de los Gobiernos.

Básicamente es el mismo punto. Una de las razones por las cuales el planeta está a punto de ser destruido es por el mal uso de los recursos de Criptón y en este contexto se hace referencia frecuentemente al Códice, la calavera que Jor El roba para preservar la raza.

El Códice es un aparato que crea artificialmente kriptonianos y como Supermán lo describe bien, sirve especialmente para que los hombres nazcan para trabajar en una función específica y precisamente uno de sus enojos es que las personas pueden ser más si luchan por hacerlo.

Jor El comparte plenamente esta lógica con su hijo y lo manda a la tierra, un planeta de “libertad”, pero antes de hacerlo fusiona a su hijo con el Códice. Si nos fijamos  Supermán descubre que cada célula de su cuerpo representa un kriptoniano.

Esto es puramente funcionalista, si lo analizamos advertimos que  las células trabajan para el Súper Hombre, que por lógica dista de la naturaleza normal del trabajador. Nuestro Súper héroe es el ejemplo del progreso, del avance.

Por supuesto, su lucha es en contra de Zod, el malvado soldado que quiere restaurar el régimen de la igualdad genética.

Todo esto son solo lecturas, que pueden ser miradas desde diversa miradas, pero es indiscutible que Chomsky acertó para muchos con la intención de Nolan de presentarnos la lógica que el capitalismo es malo, pero siempre será mejor que cualquier sistema que pretenda cambiar el orden social. Al final, jamás permitiremos que Kripton sea el nuevo nombre del planeta Tierra.

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El Preconsciente

28.06.2013 16:58

“La verdad al cien por ciento es tan rara como el alcohol al cien por ciento”, Freud.

El Malestar de la Cultura de Freud nos abre las puertas para entender la sociedad política en la cual vivimos.

Freud analizó toda su teoría basado en una experiencia propia que obtuvo cuando su padre caminaba junto a él por una calle, entonces pasó un señor y golpeó al padre en el hombro de tal suerte que el sombrero del padre cayó al piso. El pequeño Sigmund esperaba una reacción violenta del padre, pero en vez de eso, su padre no actuó bajo sus instintos cogió el sombrero y el sujeto agresor quedó impune.

Basado en esto, Freud creará toda una plataforma psicoanalítica que básicamente se conceptualiza en tres elementos el Inconsciente, el Preconsciente y el Consciente, sujetados cada uno por la lógica personal de la actuación en torno al nivel del YO, del Ello y el Súper YO.

En este ensayo nos enfocaremos en el Ello, que gobierna el universo del Pre consciente.

En palabras breves, lo que descubrió Freud con la acción del  papá es que las personas no respondemos instintivamente porque estamos gobernados por parámetros sociales de acción. Freud para describir esto coloca el tema del cavernícola y el fuego. Cuando el hombre de la caverna descubrió el fuego sintió un gran deseo de orinar en el fuego porque eso le producía placer. El problema ocurrió cuando el realizar esta acción ocasionaba un perjuicio para él y por la sociedad, pues la tribu se quedaba sin fuego.

Entonces, este sentimiento de placer instintivo debe cuartearse en función del bienestar de la sociedad. En el caso del papá de Freud, una acción instintiva habría sido responderle a golpes, pero prefirió ser amable porque ese es una actuación “correcta” y diplomática. Si nos ponemos a pensar, es en base a lo “politicamente correcto” que se genera una sociedad.

Ese “políticamente correcto” es lo que Freud llama la sociedad del consiente, personas que saben cómo se debe actuar en el entorno. La contraparte es el inconsciente, el escenario del “todo vale” en el cual el hombre responde a su individualidad y funciona. Es el hombre que orina en el fuego o que golpea a quien le hace botar su sombrero.

Entre esos dos estadios se ubica el Pre Consciente, se trata del estadio del purgatorio, del Ello. El hombre está regido por el preconsciente, pero su naturaleza lo llama al inconsciente. El único cobijo que logra es el preconsciente.

En palabras coloquiales, el preconsciente es el estadio de los vicios. El hombre encerrado en su universo de servilismo social necesita escape. Unas cervezas por ejemplo, brindan ese escape y esa desinhibición. No se escapa al inconsciente, el consiente sigue ahí pero está  disfrazado con una cortina de humo.

Un friki por ejemplo que le guste el cosplay, se vestirá en ese momento y saldrá de la sociedad, pero tiene que volver.

Las drogas son el ejemplo más claro de preconsciente. Pero se debe quedar muy claro que no es subconsciente (en principio porque eso no existe) y luego porque no está abajo del consciente, sino antes del consciente. No se superpone, al contrario, es la salida a modo de enfrentamiento socialmente bien vista.

Desde este punto de vista se entiende por qué la droga es un elemento que desde el principio de la creación es válida, en tanto ha servido como paliativo para salir del universo del encarcelamiento social que nos ata y nos gobierna. Droga y fanatismo, elementos usados por el poder y que a la vez sirven para la liberación momentánea. La ventaja es que esa libertad simulada a algunos le gusta y ese espacio suele convertirse en verdaderas ideas de escape.

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Tribus urbanas: La reconstrucción de sus signos

20.06.2013 10:01

 “La moda también es una manifestación cultural”, Mauro Cerbino

Un tema que me ha llamado mucho la atención es el de tribus urbanas, porque encierran toda una gama de conceptos que van desde la enajenación, hasta la irreverencia por el poder.

Las tribus urbanas nacen como respuesta a la individualización de la sociedad. Al contrario del pasado, cuando se tenían sentimientos de familia y de comunidad, ahora las personas pierden cada vez los espacios públicos y los lugares de reunión.

La liberación femenina y su incorporación al trabajo hace que paulatinamente la madre se aleje del hogar dejando a la intemperie a los hijos. La migración y la virtualidad de la sociedad son otros de los fenómenos que crean en el ser humano un sentimiento de desprotección y vulnerabilidad.

La respuesta de los jóvenes en las urbes es unirse entre otros jóvenes e interactuar en ellos según códigos comunes, es decir gustos. Como plantea Jurgen Habermas, el lenguaje de los jóvenes actualmente se desarrolla en función de sus gustos interrelacionados con los del resto.

Por ejemplo, una persona que le guste el rock buscará en otras personas las mismas satisfacciones y en base a las experiencias que recoja irá construyendo su personalidad. En estos términos, entre todos generarán una micro sociedad basada en signos a los que llamaremos tribu urbana.

Como lo planteaba Ferdinand Saussure, los signos se desprenden de la unión entre significado y significante. Una chompa de rock por si sola en su fonema es el significado, pero su significante representará la cultura del rock, como símbolo de resistencia al orden establecido, construyendo de esta manera el signo.

Para la mayoría de tribus urbanas los signos siempre son en contra del poder, por su naturaleza. Como se expresó hace algún momento la individualidad de la persona y la desprotección son generados por la construcción social, el lenguaje, es decir el poder. Contra esto luchan estos jóvenes reunidos en tribus que tienen entre otras señas, la defensa de su espacio y la visión del otro como enemigo.

Un grupo de hip hop, por ejemplo, enfrentará a otras tribus urbanas debido a que en este juego de pugnas urbanas se cotejan espacios de poder. La calle es el espacio de defensa y el poder y las otras tribus urbanas son la amenaza.

Hasta aquí la creación de las tribus urbanas. Desde aquí manifestaciones tan sublimes como la de los hippies que deconstruyeron la forma de ver un sistema, hasta puntos que para muchos es digno de admiración.

No obstante, el poder siempre tiene todo bajo control. Como en varios artículos anteriores lo he señalado. Para el poder lo que más importa es vender. Una persona para atacar la Casa Blanca necesita armas y Estados Unidos no tiene ningún problema en vender esas armas.

Como lo planteará Jean Baudrillard lo que hace el poder es inmiscuir el mercado en esta pugna ideológica de las tribus urbanas.

Pongamos la chompa como signo de irreverencia como se lo planteó arriba. El poder toma esa misma chompa y lo genera como significante de status, de moda y de integración. Un rockero para ser rockero necesita de este signo, porque le connota altivez. Al igual que la camiseta para un hincha de un equipo de fútbol, la chompa le representa apropiación del pensamiento. La apropiación bajo este concepto se consigue con dinero.

Por supuesto, la chompa es solo un ejemplo, (incluso fuera del ámbito de las tribus urbanas) toda persona con una ideología asentada necesita consumir para reivindicar su pensamiento. Lo de las armas para la Casa Blanca no suena tan descabellado si miramos todo el consumismo para los países del primer mundo que ha realizado las FARC para sus necesidades, que en muchos casos pueden ser suntuarias o construidas a bases de simulacros.

Un rockero tal vez no vista de negro, pero por ejemplo, se  puede identificar con la música y aunque puede descargarlo por Internet de forma gratuita, siempre será mejor comprar el CD original, porque así podrá mostrarlo con orgullo a sus pares.

La información vista como signo es consumo casi como una ecuación. El signo por tanto, aunque dentro del ámbito estructural, se ha constituido como eje del consumismo funcionalista. Lo que es peor, las ideologías pasan a segundo plano, bajo el imperio de las apariencias y por eso han surgido tribus como los reguetoneros, por ejemplo, que ya no se quieren ver ni como actores políticos.

Dentro de las tribus virtuales ocurre algo similar, pues aquí los códigos cambian pero siguen siendo signos de consumismo. Por ejemplo, tribus que suben fotos a sus blogs o redes sociales, necesitarán de equipos tecnológicos para satisfacer necesidades, que como ya hemos mencionados son simuladas e implantadas.

De esta manera camina el mundo bajo la tiranía del consumo sobre la ideología.

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La construcción del terror desde la religión

12.06.2013 16:28

"Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas". (San Augustín)

El poder juega con muchas variables para someternos y enajenarnos. No obstante, el miedo es una de las que mejor respuesta ha ofrecido gracias a dos conceptos que trazan la construcción humana; esto es el sexo y la religión (esta última se establece en escenarios incluso de terror).

En el presente ensayo nos enfocaremos en el tema religioso, los que me conocen sabrán mi inclinación férrea y dogmática a la Fe, como una construcción indudable en mi creencia cristiana. El análisis desde aquí será meramente epistemológico; centrándome en la religión como una construcción cultural a la cual repito, el poder la ha tomado como mecanismo de permanencia.

Nietzsche en el Anticristo construye un acercamiento  de lo que es la religión cristiana y la señala como un simulacro pre configurado de una realidad. En otras palabras, la figura de Cristo no es la que comenzó cuando fue el momento de su crucifixión, sino que es una figura amoldada a los intereses de la Iglesia. Los líderes religiosos han compuesto la "vestimenta" del Hijo de Dios en cuánto a sus intereses.

Este Hijo de Dios, por ejemplo, resalta el tema de la pobreza, la Iglesia toma eso y realiza una simple analogía de la pobreza con la nobleza, cuarteando el impulso irreverente de las personas.

Tal vez el punto de quiebre más álgido para comprender la instauración del poder en el cerebro mediante la religión está en una premisa en principio meramente estoica como el amor al prójimo.

De entrada, Nietzsche mira como absurdo este planteamiento, pues considera que la plenitud del hombre solo se concibe desde el interés puro y egoísta hacia él mismo. Pensar en el otro es malgastar energías que pueden ser usadas para uno mismo.

Freud de una forma no tan agresiva llega a la misma conclusión. Asegura que es imposible amar al prójimo como así mismo, como nos predica el cristianismo.

Dice que el todo de cualquier cosa se compone de un 100% si amamos al prójimo, como a uno mismo implicaría tener el 200% de la energía, pero eso no es posible, pues las cosas se componen de un 100%, entonces solo podemos amar a nuestro cercano dándole el 50% a él y el 50% a nosotros, lo cual es antinatural en cuanto no podemos descuidar la mitad de nuestra atención a nosotros. Freud dice que el problema es más complejo cuando no es solo una persona, que tal si son tres las personas que están frente a nosotros, significará que debemos darle el 25%.

Analizando bien este ejemplo, se llega a la conclusión que efectivamente el egoísmo del ser humano no permite un altruismo como lo predica la religión. El tema pasa porque el poder quiere que comprendamos como algo cierto y noble el cariño al otro pues eso nos distrae de nuestras peticiones hacia el YO y nos instruye de como actuar en sociedad, para no desequilibrar el modelo establecido. (Si al poder le interesa el caos, construye otros argumentos, muchas veces basados en la misma religión).

La religión bajo estos parámetros construye todo un sistema de reglas y preceptos como el antes citado que conllevan siempre al mismo esquema, la sumisión.

El tema es más profundo cuando existen castigos para los que no cumplan con las reglas de sumisión. Por ejemplo, el sujeto A quiere tener algo del sujeto B. Si lo roba, el sujeto A se sentirá completo y feliz, pues está obedeciendo a sus instintos humanos. Pero al hacerlo estaría siendo juzgado por la sociedad en planos legales, morales y religiosos.

En el caso de la religión el castigo es el infierno, que es peor que la cárcel. Nosotros tenemos miedo a la cárcel en cuanto conocemos como es, pero tenemos terror al infierno pues solamente son pistas las que nos dan de él; pistas que por lo demás son fatídicas y eternas. Más allá de eso no conocemos, esa incertidumbre causa terror. Luego, actos que vayan en contra del sistema como robar no son válidos en una sociedad que más que por convicción lo realiza por miedo.

Bajo ese precepto, el fin de la religión es la cosificación del humano. La propuesta es que el mismo cuerpo deje de ser propiedad de la persona y pase a ser propiedad de la religión, quien le indica que hacer o no hacer con el cuerpo, esto se asemeja mucho con la restricción sexual, en cuanto se nos construye con un pensamiento distante al tema sexual. Si el mismo cuerpo no nos pertenece, entonces es más factible que los mecanismos de poder subsistan.

Por supuesto, el tema de la religión es más amplio, desde esquemas espirituales hasta temas políticos. La religión atraviesa todo, en una sociedad con una incertidumbre hacia el más allá. La gente se niega a ejercer la absurdidad de la vida que plantea Camus. Los mismos ateos sienten deseos de creencias, pues culturalmente nos han criado dependientes a un ser supremo.

La lógica de pensamiento debe pasar en desatarnos de preceptos que nos atan.  De imaginarios y arquetipos religiosos que en muchas ocasiones nos alejan más de una creencia a la cual estamos dispuestos a aceptar. Por supuesto, sin caer en lugares comunes del ateismo sin justificación o como forma de rechazo, pues toda creencia tiene que ser respaldada con un marco lógico, que se ajuste a nuestra forma de vivir la vida en libertad.

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El consumismo en la era del simulacro

07.06.2013 15:53

Las premisas marxistas planteaban la explotación del trabajador enfocándose en el  aparato productivo. El proletario trabaja y produce en la fábrica y es dueño de todo el sistema de producción, exceptuando la materia prima. Dicha materia prima es de propiedad del dueño de la empresa, que obtiene regalías del producto final y a esto se le llama la plusvalía, un plus al producto final que es adherido sin que el dueño de la empresa mueva un dedo y que ocasionalmente es desprendido del trabajador.

Marx aseguraba que el trabajador al elaborar el producto debía ser el dueño de esta plusvalía y construyó esta pugna entre el trabajador y el dueño de la empresa por la plusvalía como la lucha de clases.

Ahora bien, esa premisa dentro de los grandes relatos fue una verdad única que inundó el mundo y que llegó hasta América Latina en figuras como Galeano por poner solo un nombre.

Como ya lo he reiterado en otros ensayos, la sociedad líquida en la cual vivimos ha superado al modernismo y a las estructuras sólidas. La caída del muro de Berlín sin duda influyó en la destrucción de valores que se habían construidos hasta ese momento.

Vivimos creyendo que la producción era el pilar fundamental de la explotación y no advertimos que el mercantilismo arraigó sus tentáculos en toda la sociedad y de manera silenciosa comenzó a absorber a todas las personas sin importar sexo, edad, nacionalidad o clases sociales bajo el encanto del consumismo, verdadero monarca que con su consejero la economía ha instaurado un reinado que ya no se construye entre norte- sur o empleador-empleado.

Baudrillard sostendrá que la sociedad construye su ideología en base a signos. Dichos signos devienen de objetos que han sido transformados por la cultura. La figura del Che Guevarra por ejemplo, antes connotaba revolución. Sin embargo, ahora se crean re significaciones basadas mucho en base a la moda. El Che Guevarra es ahora moda, de gente que solo se interesa en él por consumo. En otras palabras, obtener una camiseta del Che Guevarra en ciertos círculos solo se realiza por moda, que tiene relación con status y apariencia de lo que es una realidad.

Desde las llamadas cosas light como la farándula, hasta temas que antes generaron enfrentamientos violentos como el antirracismo o el feminismo, todo ha sido succionado por el consumo. Las personas efectúan estas actividades en una suerte de simulacro, pues en realidad no están construyendo nuevos paradigmas.

La feminista cae solo en el mercado quien es dueño de la persona. La mujer sale a la calle a protestar por el feminismo el viernes, pero el lunes vuelve a su lugar de trabajo. Mayo 68 concluyó cuando los estudiantes salieron a vacaciones.

Los signos superan al sujeto que lo vuelve objeto y lo cosifica, como ya lo ha planteado Honnet, quien asegura que el mismo sujeto es la mercancía. Compramos cosas pues eso alude a factores psicológicos. En realidad todo es suntuario y el mercado nos marca la agenda de lo “In”.

La premisa fundamental es compra, compra y compra. No importa que hagas mientras compres y puedes creer cualquier cosa. Puedes estar en contra del sistema norteamericano, pero mientras estés  consumiendo sus productos, todo estará bien.

Esta sociedad del simulacro que lo plantea Baudrillard y lo corrobora Eco en el sistema de los objetos, las personas han perdido el aura que plantea Benjamín para el tema de la originalidad. Cosas y humanos nos fabricamos en serie sin ninguna aspiración verdadera.

El post modernismo genera el estado líquido a todo pensamiento y como lo dice Baudrillard, no es que los nuevos tiempos censuraron las ideologías, sino que la volvieron extremas. En vez de censurar al Che Guevarra, se le pone un gorro de Mickey Mouse y se lo vende en camisetas.

La lógica del mercado es hiperrealista. La realidad “real” ya no existe, todo es simulacro y la sociedad de la información y los medios de comunicación solo generan la configuración de un mundo independiente al real, pero del cual todos formamos parte, entonces el mundo segmentado e irreal de los medios de comunicación se vuelve el mundo verdadero. Como lo simplifica Baudrillard frente a Nietzsche en su pensamiento nihilista, no es que “Dios ha muerto”, sino que “Dios desapareció”. El mundo real, aunque malo era nuestro, ahora no existe. Está detrás de una televisión o pantalla de computador que nos dice que es lo bueno y que es lo malo.

Por supuesto, persiste la teoría de la masa irreverente de Barbero o la teoría de los usos y gratificaciones, pero todas sujetas a la superestructura del consumo que como mencioné al principio dominan todo y a todos.

Desgraciadamente salir de esa estructura al menos en la actualidad es muy complejo, porque estamos invadidos por el mensaje. El mensaje ahora es el medio y no como lo proponía McLuhan que el medio es el mensaje. Pues ahora la necesidad de consumo se impone al aparato de producción mediática. Todo es simulacro. A largo plazo el panorama nace al crear sociedades más críticas frente al consumo.

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¿Socialismo del Siglo 21?

28.05.2013 17:14

Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo”, Karl Marx.

En el ámbito epistemológico tal vez una de las interrogantes más grandes que existe en la actualidad es descubrir conceptualmente qué es socialismo del siglo 21, pues no existe una teoría asentada sobre la intención de lo que es esta tendencia, que es programada en muchos gobiernos de América del Sur.

El primer acercamiento para descubrir que es el Socialismo del Siglo 21 está en Marx, cuando realiza el análisis del Materialismo Histórico Dialéctico y establecerá las correlaciones de poder que determinan la historia Europea. Como punto cumbre de su tesis señalará que las relaciones de producción solo se modifican con la lucha de clases que implica el cambio de paradigmas en base a modelos de producción establecidos.

Entonces, bajos esta premisa, ¿podemos advertir que el Socialismo del Siglo 21 es un nuevo modelo que supera al capitalismo moderno y post moderno?

La respuesta no necesita mayor indagación (al menos desde un ámbito dogmático) y pese a la frase del Presidente Rafael Correa lo cierto es que en Ecuador y en general en América del Sur no estamos viviendo un cambio de época y este llamado Socialismo del Siglo 21 es más bien una época de cambios.

Pues si nos ceñimos a los planteamientos marxistas, el neoliberalismo, aunque derrocado, no implica un cambio del capital a los ciudadanos como lo apostaría un modelo socialista de antaño y que representaría un verdadero punto de quiebre estructural.

En Ecuador y en América Latina no hemos modificado la estructura y lo que vivimos es un cambio coyuntural que a mi criterio es positivo, pues ha sabido rescatar al ser humano, aunque con un creciente gasto público y de inversión en áreas de primera necesidad.

El concepto de Socialismo del siglo 21 no es nuevo si nos referimos al 18 Brumario de Marx, el cual establecerá casi proféticamente lo que sucede en este sector del planeta.

Sucede que en este escrito, Marx describe la culminación del feudalismo y en general de la Monarquía, pero no para pasar estar a manos de la sociedad, sino que el poder transita a otro sector del país que Marx lo llama pequeña burguesía. Una burguesía que maneja su dinámica económica en otros extractos que se basan en el capital, más no en la tierra.

Marx criticará fuertemente este criterio de pequeña burguesía, que también puede ser llamada social democracia, centro izquierda o, atreviéndonos a señalarlo, un socialismo del siglo 21, en nuestros tiempos actuales.

Marx no concibe el criterio de social democracia en cuanto considera que solo puede haber dos tipos de persona, el dueño del capital y el proletario. Por supuesto, Marx enfatizará en el repudio al concepto de plusvalía y reivindica al proletario como el que dueño de la producción y por tanto tiene que elevarse sobre el dueño de la empresa, que en definitiva es un explotador.

Por tanto, no caben intermedios y en este marco, Marx refutará a la social democracia. Sin embargo, desde una mirada más empírica y con un simple análisis veremos, y tomando de nuevo el ejemplo de América del Sur, que estamos viviendo en un estado en el cual la social democracia se ha instaurado y reina la región.

Sin caer en percepciones del “fin de la historia”, pero reconociendo el barroquismo progresivo debemos anular el concepto de socialismo y comunismo, que está prefigurado como izquierda, como los miraba Marx o Lenin. Ahora, vemos no solo una nueva izquierda, sino diferentes izquierdas.

Esto se nota.  La revolución bolivariana de Venezuela o Ecuador no se compara con la izquierda progresiva de Chile y mucho menos a la izquierda de Brasil, que ahora se alza como imperio en el ámbito económico, junto con China, otro país acaparador de capital y que se autodenomina como de izquierda.

Entonces la lógica de socialismo o de izquierda de Marx se ha modificado. Ahora, y mucho se debe al tema de globalización,  no se puede obedecer principios marxistas porque choca con el mercado y por ende con el capital.

En defensa a eso, la idea social democracia, también y podemos llamarlo así como capitalismo humano, viene enraizando conceptos menos tiranos que el neoliberalismo tanto en tratados de libre comercio, soberanía alimentaria o en el caso de Ecuador, como integración Andina.

Otro ejemplo más que nos pone en el tapete que el socialismo del Siglo 21 no es algo nuevo.

Partamos de nuevo en base al Brumario y de nuevo resaltemos que el Socialismo del Siglo 21 es el espacio de la pequeña burguesía.

En este escenario, coloquémonos en la Revolución Liberal. Una sociedad antes del 1885 regida por gobiernos casi fascistas como el de Ignacio de Veintimilla o el de Gabriel García Moreno.

En este escenario nace la figura de Eloy Alfaro, que de entrada es un pequeño burgués de Manabí. Este en base a la ayuda de los montoneros se abrió paso y logró derrotar a una derecha conservadora y proponer ideas como el laicismo. Pero ¿qué hay más allá de esto?

Por un lado, vemos que Alfaro tenía una ideología que en la actualidad se considera como de derecha. Solo que en esa época, con una cultura y una clase política ultra conservadora, sonaba a un discurso revolucionario. También notemos que Alfaro promueve el Ferrocarril, que es un símbolo de la Revolución Industrial y es meramente de carácter capitalista (más allá del desarrollo claro que significó para Ecuador este nuevo concepto, no obstante reitero que como símbolo en los países industrializados y el capitalismo naciente fue el ferrocarril). Por último, luego de la muerte de Alfaro, se implantó la era bancaria. Alfaro en palabras morochas acabó con el feudalismo y dio paso a la época bancaria. Pero esa lucha del pueblo al poder nunca se gestó, el pueblo jamás logró el poder.

No hay que quitar valía a Alfaro, pues tuvo que enfrentarse con una oligarquía dueña del país y logró derribar muchos preceptos. Sin duda, Alfaro inauguró la historia moderna del Ecuador. Es una revolución sin duda, como la revolución ciudadana; pero que en última instancia no cambio el modelo de producción. Pues las explotaciones se siguieron reproduciendo, solo que más normalizadas y por otros actores sociales.

Un último ejemplo que reitera que Ecuador ha vivido en base a estas revoluciones, que  solo reproducen el poder en otros estadios, más no en otros modelos de producción. Ubiquémonos entonces en el 24 de Mayo de 1822.

Aquí tenemos otro ejemplo claro de la reivindicación de la clase centro y que a la postre tomó el poder del país. Se eleva una clase mestiza cansada del dominio español y luego de una lucha de décadas logra culminar, al mando de Bolívar, una batalla que al final destroza a la invasión española.

Esta lucha se protagonizó con una alianza entre negros, indígenas, montubios y otras razas. Por supuesto, al final fueron los mestizos quienes se alzaron al poder y las explotaciones continuaron. Nótese que parcialmente la esclavitud concluyó en el gobierno de Urbina, mucho tiempo después de la Batalla de Pichincha.

En general, estos ejemplos solo demuestran que iniciativas de derrocar a la oligarquía no son nuevas. El problema es que se encumbra en otro poder. Por supuesto, las condiciones siempre son para bien, pues la lucha de clases logra mejores condiciones de vida para la ciudadanía.

El problema y la tesis que quiero presentar en este artículo es que no necesariamente estos cambios coyunturales no representan un cambio de época. Sin embargo, el tema todavía está en ciernes, pues como lo mencioné antes, no se puede analizar el tema del socialismo bajo la barra de Marx. Entonces, el debate surge cuando en realidad no hay una clara percepción para conocer si en realidad existe o no dicho cambio de estructura.

Volvemos así donde comenzamos. El problema pasa en el ámbito académico. Se tiene que figurar una epistemología clara sobre qué es Socialismo de Siglo 21, para saber exactamente en qué proceso histórico nos encontramos.

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El País de las Maravillas

20.05.2013 16:52

 “Siempre se llega a alguna parte si se camina lo bastante”, Lewis Carroll

Una de las historias más conmovedoras de Kafka se ubica en un parque al cual él sabía visitar todos los días, transcurría ya por costumbre por este lugar y siempre,  siempre… Sin nada más que hacer que imaginar, volar y caer en la locura.

Cuenta Kafka que en alguna de esas visitas miró a una niña, ese infante siempre estaba en el parque y siempre la miraba, pero lo interesante en este cuento es que en realidad esa niña no existió, esa niña nunca estuvo allí y ese es el punto mediante el cual comienza nuestro artículo. La demencia, esa demencia bella que inunda las páginas de los mejores libros que he tenido el gusto de tener en mi mano.

Y aunque paradójico, comencemos presentando a Lewis Carroll, un libro que no he leído pero del cual ya todos conocemos y que es necesario mencionar para iniciar este ensayo (además que nuestro tema nos permite romper hilos estructurales como poner el libro menos conocido al final). La demencia presentada en Alicia en el País de las Maravillas es desde donde nace esa obsesión que he venido desvelando en los últimos días. Esta obsesión obedece a la absurdidad de personajes que están ahí, que palpitan y que sin embargo son tan irreconocibles, son tan dementes.

Volvamos al mismo Kafka. En su novela el Castillo presenta a K, que es el mismo Kafka representado por sueños locos que nunca los podrá resolver y que aunque es tan simple como una entrevista a una autoridad, se vuelve tan utópico. El lector llegada a las 20 primeras páginas advertirá que la novela no tendrá un final feliz, al final no lo podrá conseguir, pero esta esa demencia y esa obsesión que construye nuestro personaje y claro todo esto transpuesto en universos con personajes intensos que develan todo su erotismo y se muestran como seres extraños a los cuales K les teme y les atrae.

Un universo demente y para seguir nuestra línea reposemos en Oscar Wilde, he aquí otro ejemplo de demencia, nuevamente el castillo, en su novela el Fantasma de Canterville,            es uno de los escenarios que cobra mucha importancia, pero aquí se rompe el paradigma cuando el mismo fantasma es el aturdido por una familia que un tanto de forma cómica se burlan de él. ¡VAYA LOCURA!!! La pérdida del respeto al fantasma, o tan solo la existencia del fantasma nos dará una pista que con Wilde el camino no está trazado linealmente. Otra excusa más para perdernos en su libro, pero con cuidado, vaya a ser que por perdernos nos olvidemos de sentirnos nosotros mismos, como el duende de la obra de Wilde, que no advierte su propia locura, pues ya perdió la noción de su ser.

Es que precisamente la demencia, que podemos ponerlo (y con toda la vergüenza que cabe) dentro de una figura literaria. Los personajes en estos tres autores manejan una narrativa única la cual nos invita a despojarnos de nosotros mismos y transcurrir en océanos de nubes y de mierda, pero siempre sin tierra firme.

Terminemos pues esta enumeración de autores europeos locos con Dostoievski, un nihilista puro, quien comparte con sus pares ese deseo de burlarse de la sociedad llevándola a estados de locura y de morboso espanto. Es decir Dostoievski al igual que los otros autores nos guía por laberintos llenos de fantasmas y de monstruos que al final nos termina atrayendo, una suerte de Síndrome de Estocolmo. Queremos salir de los mundos deformes que nos plantea el autor pero solo de labios para afuera, por nuestro moralismo. Al final buscamos drogarnos junto con estos autores. Dostoievski lo plasma esto en el Jugador, un hombre que decididamente busca cosas que el resto las repugna, que idea planes para perder, que huye de personas con las cuales tiene lazos de dependencia.

Locuras sin duda que nos transmutan y nos representan. Al final somos los que estamos viviendo frente al espejo y queremos traspasarlo para superar una anodina vida que por momentos nos alcanza y nos atormenta. Son autores que han descubierto que en la locura y la demencia se encuentran espacios donde nos llenamos y podemos respirar.

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El fin de los espacios públicos

15.05.2013 12:44

"Somos un montón de desconocidos que cada vez nos conocemos menos porque creemos que cada uno es lo que escribe", INTERNET...

Cuando McLuhan planteó su concepto de Aldea Global la coyuntura se enmarcaba una sociedad sólida con paradigmas bien definidos. Sin embargo, ya se visualizaba un escenario futuro en el que los individuos paulatinamente se irían absorbiendo hasta ser capturados y fascinados por la era digital.

Dicha era digital llegó y a pasos agigantados, Mark Zuckerberg, Steve Jobs o Bill Gates son unos de los pocos nombres de toda una gama de pensadores que cruzaron la barrera analógica a la era digital.

Este cambio generó una diversidad de formas de entender la realidad que Bauman las engloba en su concepto de modernidad líquida y que tiene infinidad de percepciones. En el presente ensayo quiero enfocarme solamente en el concepto del fin del espacio público.

Podemos indicar en principio que el fin del espacio público ocurre cuando el individuo se pierde de la calle, pues todo lo obtiene mediante el Internet. La persona tiene cada vez menos necesidad de salir a la calle, pues todo lo obtiene al alcance un clic.

Bajo ese presupuesto y como lo dice Castells, el presente y futuro que forjamos se construye en grandes edificaciones en las cuales las personas realizan todas sus actividades dentro de sus departamentos que son desde las más simples hasta las más complejas e incluyendo el tema de las relaciones amorosas.

Todo ahora es virtual y aquí el debate surge cuando en principio y sin moralismos, no es necesariamente malo este nuevo mundo donde incluso los colores de las cosas se ven mejor a través de una pantalla de computador que en la vida real.

Esto ocasiona sin embargo otro síntoma. Así como se reproducen nuevos lazos sociales virtuales, se van perdiendo los lazos espaciales. La gente ya no sale, cada vez es más anónima tras la pantalla del celular y la computadora.

El resultado es que estamos entre seres desconocidos materialmente. Las tribus urbanas son generadas precisamente por ese aislamiento. Los jóvenes de ahora aunque virtualmente conectados, se sienten indefensos ante personas que ya nos le reconocen en persona. En este marco, ellos se agrupan entre ellos mismos como las antiguas tribus que deseaban sobrevivir.

Y es que estas tribus urbanas son unas de las pocas asociaciones que existen y que van desapareciendo constantemente, incluso las tribus urbanas van creciendo en popularidad y modificandose a través del Internet y de redes sociales como el Facebook, es decir caen nuevamente en lo virtual.

Cuando salimos a la calle entonces nos encontramos con menos personas con las cuales podemos interactuar, solo basta pensar en un día normal. Obviamente existen espacios que todavía están establecidos como el trabajo y los centros educativos, pero en última instancia son obligatorios y además cada vez más los trabajos y los estudios son absorbidos por lo virtual.

Más allá de eso y como lo planteará Junger Habermas y Omar Rincón, los espacios como la plaza pública, el parque u otros lugares similares son menos frecuentes, ahora las personas ya no acuden a estos espacios, porque simplemente no son funcionales, aparece hasta cierto punto más divertido y más seguro hacer amigos por las redes virtuales.

Incluso, como lo planteará Omar Rincón los restaurantes, que son espacios públicos por naturaleza, se van eliminando con la comida rápida que obliga a la gente a comer y salir rápidamente, mecanizando este acto.

Quedarán todavía espacios como el estadio por ejemplo, donde las personas pueden todavía relacionarse, pero el constante contacto virtual hace que cuando salimos de este lugar nos sintamos desprotegidos y a la defensiva del otro al cual consideramos como amenaza y eso se observa en espacios como el estadio.

No solamente este elemento de amenaza se reproduce, según Bauman plantea, como algo real. Salido del panóptico de Foucault, ahora en el mundo de Bauman todos nos observamos y nos controlamos entre todos. En este mundo de las apariencias y la hipervisibilidad el sujeto se esconde de los seres que lo acompañan. Nótese que el discurso consumista actual implica la defensa del YO sobre el resto.

No se debe ser tan apocalíptico frente al tema y es verdad que en sociedades ecuatorianas todavía se conserva el espacio público, pero permanentemente este se va anulando con el crecimiento de las nuevas tecnologías de la información y comunicación. Un mundo virtual nos espera y el papel de las personas estar conscientes de estos cambios y afrontarlos con las herramientas gnoseológicas y epistemológicas adecuadas.

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La eterna absurdidad del hombre

07.05.2013 13:56

“Hoy nuestra única certeza es la incertidumbre”, Zigmunt Bauman

Hay una premisa de la vida que afirma que no importa lo que en un día se haga, no importa lo importante para la persona o para su comunidad, sin importar lo enriquecedor que puede resultar en el campo de lo banal o lo cultural; lo único cierto es que el día que  termina y muere es un día menos de vida, la condena de muerte que todos tenemos desde que nacemos.

Planteamos la lógica desde la vida vista como una espiral y representado en el eterno retorno de Nietzsche, un eterno retorno que nos hace reproducir las mismas lógicas de interacción aunque en escenarios diferentes.

El fin del presente artículo  es contemplar y analizar una mirada apocalíptica sobre esta lógica destructiva del hombre, en el cual la persona parece no tener salida, pues está encarcelada en la misma vida y existen innumerables casos de suicidios por artistas y personas en general que han advertido lo absurdo de la existencia humana.

Esta mirada apocalíptica es un punto de inicio para advertir el énfasis de muchas religiones en la vida después de la muerte, como punto de escape para la terrible paranoia que vive una sociedad que al parecer no encuentra salida.

No obstante, no todo está perdido, desde una mirada positiva, la vida en sí mismo es la meta y no el camino. La patología de la existencia humana se puede entender desde otra premisa de la vida vivida al máximo.

Pongamos en principio una mirada funcionalista y citemos a Oppenheimer, este autor dirá que la vida es demasiado preciosa como para deshacernos de la estructura social que existe. Su tesis es sencilla, cuando el hombre no trabaja debe dedicar su vida al descanso.

Se trata de un hombre dual, en el un caso es un obrero disciplinado que construye para él y para su entorno. Luego, este mismo llega a su casa y en un fin de semana debe reponer energías para volver al juego laboral, claro que esta casa debe contener la mayor de las comodidades para que la reposición de la persona sea integral, lo material se instaura en esta mirada de vivir la vida.

Por el otro tenemos a autores como Camus, en su escrito Camus es pesimista y comienza su hipótesis de una manera similar a la comenzada en este ensayo, para Camus, ideólogo nihilista, la vida no tiene ningún sentido y reitera que la vida de la personas tanto funcionalista, como aventurera; no tiene otro destino que la nada.

No obstante, construye su discurso insistiendo que dado que no hay salida a la vida, lo único que se puede hacer es construir procesos de vida para maximizar la sensación de la existencia.

Esto lo engloba en el concepto de experiencia, la experiencia es pues la única forma  de convivir con la vida, mientras más experiencias obtenidas, más enriquecido el ser humano, aunque reiterando que al final la depresión es el camino, pues mientras más experiencia, más pensamiento y ante más pensamiento más reflexión lo que es sabido puede llegar a causar depresión.

Camus plantea así una visión a lo que considera una sociedad líquida en los cuales los objetivos y las metas se van desvaneciendo. En esta sociedad que Foucault construye en su analogía de la Meninas, en la cual la representación del ser humano se va desvaneciendo, en tanto que las visiones nos trasladan al mismo punto de la separación del sujeto de su realidad misma.

Queda claro pues que el existencialismo plantea opciones no muy alentadoras y que han tratado de ser superada por la sociedad en general con lo que Freud manifestará en su preconsciente que viene desde la lectura hasta las drogas, todo como anestesia para no recordar la absurdidad de las personas.

Tratemos pues al final de este escrito mostrar una mirada más benevolente a la vida, pues se puede, pese al pensamiento débil (pues el pensamiento fuerte cosificado y dogmático ya tiene su propio estilo de catarsis en el preconsciente con miradas como las de Oppenheimer), de vivir con alegría y optimismo una vida que nos presenta nuevos retos internos y el legado de la inmortalidad se generará en nosotros mismos con una verdadera pureza de vivencias que nos separe del hombre cosificado, del hombre que nace, crece, se reproduce y muere.

 

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Hegemonía: Las dos caras de una misma moneda

04.05.2013 16:30

“Fahrenheit 457 es el más convincente de todos los infiernos”, Kingsley Amis

Como todo lo que he venido escrito en este blog, reitero que mi intención no es aparecer como teórico o mucho menos filósofo. Al contrario, mi bagaje es muy limitado y si pongo estas notas en mis redes sociales tan solo es porque quiero despertar el interés del lector, no en mi reflexión, pero si en los libros que sugiero dentro del debate.

En esta ocasión, quiero comenzar recordando  a Gramsci, cuando en los Cuadernos de la Cárcel hace una referencia a los ingredientes que tiene que tener el poder y que los define en coerción y satisfacciones, ambos elementos que sirven para enajenar a la población a los servicios de lo que Lacan describirá como el poder oculto.

Este es el escenario, la coerción como represión fundamentada principalmente por la fuerza pública como la milicia y la policía. Por otro lado, están las satisfacciones, principalmente regidas al mercado y a la cosificación de las personas. Como Honneth lo recuerda, hasta el mismo ser humano se vuelve mercancía y el ser humano vive en una sociedad del espectáculo, donde la premisa fundamental es consumir y desde aquí perderse en el pensamiento represivo.

Pongamos un ejemplo como una tribu urbana, la de los rockeros, que en principio nacen como una contracultura y que detestan todo lo relacionado al poder. Pero el poder responde mediante la satisfacción, no solo que los censura, sino que los alienta a seguir reproduciendo su ideología y no hay mejor forma de hacerlo que con el consumo, la identificación por ejemplo. De repente, todos los rockeros deben vestir de negro para identificarse con ellos y para hacerlo inevitablemente deben caer en consumismo, luego inconsciente o conscientemente  estos rockeros reproducen los mecanismos que el poder quiere.

Pero como no todas las variables son dependientes, en ocasiones este grupo hipotético de rockeros puede romper su construcción de lo que representa la ética, moral y consumismo. Por ejemplo, se pueden crear enfrentamientos que preocupen al poder y para detenerlos, este  poder usará su segunda arma que es la coerción, entonces su fuerza pública saldrá  para reprimir y censurar acciones que salgan de los lineamientos culturalmente bien vistos.

Estos dos elementos, tanto coerción como satisfacción son recogidos por Gramsci en un concepto que llama hegemonía y que será la directriz para que tanto gobiernos de izquierda como de derecha forjen ideologías en su mayoría caudillista y que reproduzca las satisfacciones y represiones propia de su círculo geográfico, ahí están elementos que vienen desde el  fútbol, hasta la televisión;  desde la venia a las fuerzas armadas,  la creación de guerras y en casos extremos las creaciones de comandos de la muerte o paramilitares.

Son Orwell con relatos como 1984 o la Rebelión en la Granja, como Huxley en su novela Un Mundo Feliz quienes retratan de una manera dramática las realidades que reproduce la hegemonía, pero a manera pedagógica parecen ponerse de acuerdo para trabajar cada concepto cada uno por su lado.

En el caso de Orwell, una persona con una gran oposición al Gobierno de Stalin, la agenda se maneja desde la coerción. Precisamente,  Orwell plantea la creación del Gran Hermano, figura coercitiva dentro de su novela, para construir una sociedad totalmente vigilada y donde las personas han perdido su libertad. No implica que las personas tengan miedo del sistema, sino que el miedo en sí se ha perdido como libertad.

En este mundo la coerción se ha legitimado hasta extremos que es “apropiada”. Los ciudadanos responden ante un poder que no existe pero que siempre alerta a la otredad como un enemigo al cual  la única forma de vencerlos es unidos. Nosotros aquí, ellos allá, y la unión no puede ser gratuita, el precio del orden  entre nosotros es mínimo, frente a nuestra seguridad y el bienestar que se ofrece a los “ciudadanos”. Represión es igual a bienestar y seguridad en esta realidad

Orrwell  encontrará un punto de conexión con Huxley en la Rebelión en la Granja, pues aunque los mecanismos de coerción son efectivos y se reproducen, los  animales menores a los cerdos tienen otro elemento, pues hasta el final muchos viven esperanzados que ellos son iguales a los cerdos que ya han comenzado a portarse como humanos.

Un acercamiento, pues Huxley es el que describe del todo  el significado de satisfacción en La Isla, pero sobre todo en Un Mundo Feliz. Esta novela es rica no solo por su calidad argumentativa, sino que devela a un mundo absorbido por el consumo y por placeres que les impiden reflexionar sobre la vida.

Llega a un punto de conmoción esta novela, que el mismo lector se preguntará infaltablemente, tal vez hasta inconsciente, si el mundo que se propone es el adecuado.

En esta realidad alterna,  el dios Ford indica los lineamientos de vida que por lo demás son netamente consumistas, los que no  comparten estos lineamientos son considerados barbaros.

La única condición para degustar de todos estos placeres es no cuestionar el régimen establecido y no cuestionar implica además que el mismo cuerpo y las sensaciones del cuerpo ya no dependen de uno, sino que se rigen por drogas impuestas por el Gobierno.

En ambos casos, tanto para Orwell en su lógica coercitiva, como para Huxley en su idea de satisfacción, la meta es la misma, la pérdida de la libertad del sujeto, quien no es dueño de nada y solo participa en un círculo funcionalista.

Orwell plantea esta lógica bajo los parámetros del panóptico de Foucault como un poder soberano vigilándolo todo, mientras que Huxley toma reflexiones de Bauman e indica que para mantener el poder son las mismas personas, dentro de su mismo círculo social incluso, quienes advierten cuando una conducta no es la adecuada.

Al final no hay una propuesta de verdad clara, puesto que no hay un final feliz. Los mecanismos de poder en estos dos casos son los grandes ganadores.  La única forma visible para desnudar esta realidad es evitar que la locura y el infierno del mundo planteado por Bradbury en Fahrenheit 451 se gesten.  La reflexión teórica es la premisa del debate, “pues de conocimiento se ha planteado esta guerra, entonces hay que ganarla a fuerza de conocimiento” y es papel de la academia construir nuevas propuestas que sean construidas desde sus bases y que sobre todo sean mecanismos que se planifiquen en un largo periodo, pues a menudo los quiebres estructurales solo posicionan a grupos que hacen retornar a pasados más oscuros que los que se vive en la actualidad, una construcción de verdad participativa e incluyente, sin intereses particulares y sin odios que aporte a lo que existe en la actualidad en beneficio de un mejor mañana.

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